27 de febrero de 2008

"La filosofia en el tocador"(marqués de Sade)

PRIMER DIALOGO
MADAME DE SAINT-ANGE
EL CABALLERO DE MIRVEL
Madame de Saint-Ange — Buen día, hermano. ¿Y el señor Dolmancé?
El Caballero — Llegará a las cuatro en punto. Como comeremos a las siete, tendremos todo el tiempo necesario para charlar.
Madame de Saint-Ange — ¿Sabes, hermano, que estoy un poco arrepentida de mi curiosidad y de los obscenos proyectos que hemos hecho para hoy? Tú eres verdaderamente indulgente, amigo mío; cuando más tengo que ser razonable, más se inflama y se vuelve libertina mi maldita cabeza: me trasmites todo y eso sólo sirve para corromperme... A los veintidós años tendría que ser ya devota y aún no soy sino la más desbordada de las mujeres... No tienes idea de las cosas que concibo y que desearía hacer. Imaginé que limitándome a las mujeres me volvería sabia... que concentrados en mi sexo los deseos no se desatarían hacia el tuyo. Proyectos quiméricos, amigo mío, pues los placeres de los que quería privarme han venido a ofrecerse con mayor ardor a mi espíritu, y he comprendido que cuando se nace para el libertinaje es inútil soñar con imponerse frenos, de inmediato el ardor del deseo los quema. Querido, soy un animal anfibio; todo lo amo, todo me divierte, quiero unir todos los géneros. ¿Pero no crees, hermano, que es una completa extravagancia querer conocer a ese singular Dolmancé, el cual, según dices, nunca ha querido gozar una mujer como lo prescribe el use y que, sodomita por principio, no sólo es idólatra de su seso sino que lo cede al nuestro con la especial condición de entregarle los deseados atractivos de los que está acostumbrado a servirse en los hombres? Mira mi extraña fantasía: deseo ser el Ganymedes de este nuevo Júpiter, quiero gozar de sus gustos, de sus excesos, ser la víctima de sus errores. Tú sabes que hasta hoy sólo a ti me he ofrecido de esta manera por complacencia, o a alguno de mis sirvientes, que sólo por interés se prestaron a tratarme de ese modo Ahora no se trata de complacencia ni de capricho, únicamente me impulsa el deseo... Entre los procedimientos que me han dominado y los que me esclavizarán a esta extraña manía veo una diferencia inconcebible y quiero conocerla. Describe, hermano, a Dolmancé; quiero tenerlo bien grabado en la cabeza antes de verlo llegar. Sabes que sólo estuve con él algunos minutos, al encontrarlo días atrás en una casa.
El Caballero — Dolmancé, hermana; acaba de cumplir treinta y ocho años; es alto, tiene un rostro muy bello, ojos vivos y espirituales, algo un poco duro y maligno se dibuja en sus rasgos a pesar suyo; tiene los dientes más hermosos del mundo, un aspecto y un talle delicados a causa, sin duda, de las maneras femeninas que acostumbra adoptar; posee una extrema elegancia, una bella voz, talento y especialmente mucha filosofía en el espíritu.
Madame de Saint-Ange — Espero que no crea en Dios.
El Caballero — ¿Qué dices? Es el ateo más célebre, el hombre más inmoral... ¡Oh! Dolmancé es la corrupción más íntegra y completa, el individuo más malvado y perverso que pueda existir en el mundo.
Madame de Saint-Ange — ¡Todo esto me enardece! Voy a apasionarme por ese hombre. ¿Y cuáles son sus gustos, hermano?
El Caballero — Las delicias de Sodoma le placen como agente y como paciente; no ama más que hombres en sus placeres y si en ocasiones, no obstante, consiente en hacerlo con mujeres, solo es a condición de que ellas serán complacientes y cambiarán de sexo con él. Le he hablado de ti y le anticipé tus intenciones; él acepta pero te advierte, a su vez, de las cláusulas del negocio. Se negará terminantemente si pretendes comprometerlo en otra cosa: "Lo que consiento hacer con tu hermana es una licencia, dice... una locura de la que sólo se sale raramente y con muchas precauciones."
Madame de saint-ange — (¡Salir!... ¡precauciones!...) ¡Amo hasta la locura el lenguaje de esta gente! También nosotras las mujeres tenemos esas palabras exclusivas que prueban, como las de Dolmancé, el horror profundo de que están poseídas por todo aquello que no esté dentro del culto admitido... Di, querido, ¿te ha poseído? ¡Con tu deliciosa figura y tus veinte años creo que se puede cautivar a un hombre semejante!
El Caballero — No te ocultaré mis extravagancias con él. Tienes demasiado espíritu como para desaprobarlas. Amo a las mujeres y me libro a esos raros gustos sólo cuando un hombre amable me cautiva. En tal caso nada hay que no haga. Estoy lejos de esa continencia ridícula que hace creer a nuestros jóvenes frívolos que debe responderse con bastonazos a semejantes proposiciones. ¿Es acaso el hombre dueño de sus gustos? Es preciso compadecer a aquellos que tienen gustos particulares, pero nunca insultarlos: su error es el de la naturaleza. No eligieron llegar al mundo con inclinaciones diferentes, de la misma manera que nosotros no elegimos nacer derechos o chuecos. Por otra parte, un hombre que dice desearte, ¿dice una cosa desagradable? Por supuesto que no; te hace un cumplido; ¿por qué, entonces, responderle con injurias o insultos? Únicamente los estúpidos pueden pensar así. Un hombre razonable no dirá lo contrario de lo que sostengo. Pero el mundo está poblado de imbéciles que creen que se les falta el respeto si alguien confiesa que los encuentra apropiados para los placeres; pervertidos por las mujeres, celosas siempre de todo lo que tenga apariencia de atentar contra sus derechos, se imaginan ser Quijotes de esos derechos ordinarios, y atacan a quienes no los reconocen.
Madame de Saint-Ange — ¡Ah! ¡Bésame! No serías mi hermano si pensaras de otro modo; pero quiero un poco de detalles y te conjuro a que me los des, tanto sobre el físico como sobre los placeres de ese hombre contigo.
El Caballero — Dolmancé se enteró por uno de mis amigos del soberbio miembro que, como sabes, tengo. Comprometió al marqués de V... a que me invitara a cenar con él. Una vez allí fue necesario exhibir mi miembro. Parecía al principio que el único motivo era la curiosidad, pero pronto un hermoso culo que se me ofrece y del cual se me suplica que goce, me hicieron ver que sólo el placer era el objeto de este examen. Advertí a Dolmancé de todas las dificultades de la empresa y nada lo acobardó. "¡Estoy hecho a prueba de catapultas, me dijo, y no tendrá la gloria de ser el más respetable de los hombres que perforaron el culo que le ofrezco!" El marqués estaba allí moviendo, tocando, besando todo lo que uno y otro sacábamos a luz. Me muestro... quiero al menos algunos preparativos: "No haga eso —dijo el marqués— pues le haría perder la mitad de las sensaciones que Dolmancé espera de usted; él quiere que se lo parta... que se lo desgarre..." "¡Será satisfecho!" dije yo lanzándome ciegamente al abismo... ¿Y puedes creer, hermana, que no tuve ninguna dificultad?... Ni una palabra. Mi verga, enorme como es, desapareció sin que lo sospechara y toqué el fondo de sus entrañas sin que el individuo aparentare sentirlo. Traté a Dolmancé como a un amigo. La excesiva voluptuosidad que sentía, sus espasmos, su conversación deliciosa me hicieron muy pronto feliz y lo inundé. No había terminado de salir cuando Dolmancé se volvió, con los cabellos descompuestos y rojo como una bacante, y me dijo: "¿Ves el estado en que me has puesto, querido caballero?" Mostraba una verga seca y rebelde, muy larga y de por lo menos seis pulgadas de diámetro. "¡Oh, amor mío! Te conjuro a que consientas en servirme de mujer después de haber sido mi amante, para que pueda decir que en tus brazos divinos gusté todos los placeres que quiero con tanta fuerza." No hallando dificultad alguna ni en lo uno ni en lo otro, acepté. Sacándose los pantalones ante mis ojos, el marqués rogaba que fuera con él un hombre mientras era la mujer de su amigo. Lo traté igual que a Dolmancé, quien, devolviéndome centuplicadas todas las sacudidas con que yo colmaba al tercero, muy pronto derrama en el fondo de mi culo ese licor encantador con el que casi simultáneamente yo regaba el de V...
Madame de Saint-Ange — Al encontrarte así entre dos has debido sentir un gran placer. Dicen que es encantador.
El Caballero — Verdaderamente es el mejor lugar, ángel mío. Sin embargo, dígase lo que se diga, esas son extravagancias frente a las cuales prefiero el placer con las mujeres.
Madame de Saint-Ange — Está bien, mi querido; para recompensar tu delicada complacencia ofreceré a tus ardores una jovencita virgen, y más bella que el Amor.
El Caballero — ¡Cómo! ¿Harás venir una mujer a tu casa estando Dolmancé aquí?
Madame de Saint-Ange — Se trata de educarla. Es una jovencita a la que conocí en el convento el otoño pasado, mientras mi marido estaba en las termas. Allí no pudimos, no nos atrevimos a hacer nada porque demasiados ojos estaban fijos sobre nosotras, pero nos prometimos volver a vernos en cuanto fuera posible. Preocupada por este deseo y queriendo satisfacerlo entablé relaciones con su familia. Su padre es un libertino... al cual he cautivado. En resumen, la bella viene y yo la espero; pasaremos juntas dos días... dos días deliciosos; emplearé la mayor parte del tiempo en educarla. Dolmancé y yo introduciremos en esa hermosa cabecita todos los principios del más desenfrenado libertinaje, la envolveremos con nuestros fuegos, la alimentaremos con nuestra filosofía, le inspiraremos nuestros deseos, y como quiero unir algo de práctica a la teoría, como quiero que se demuestre a medida que se expone, te he destinado, hermano, a la cosecha de los mirtos de Citerea, y a Dolmancé la de las rosas de Sodoma. Yo gozaré de dos placeres a la vez, gozaré de esas voluptuosidades criminales y daré lecciones, suscitaré deseos a la dulce inocente que atraeré a nuestras redes. Y bien, hermano, ¿es digno de mi imaginación este proyecto?
El Caballero — Sólo ella pudo concebirlo. Es divino, hermana, y te prometo cumplir a maravilla el papel encantador al que me has destinado. ¡Ah, picara! Cómo vas a gozar con el placer de educar a esta joven; qué delicias tendrás corrompiéndola, ahogando en su corazón todas las semillas de virtud y de religión que sembraron en él sus institutrices. Verdaderamente, esto es demasiado perverso para mí.
Madame de Saint-Ange — Nada ahorraremos para pervertirla y degradarla, para arrasar con todos los falsos principios de moral con los que hayan podido aturdiría; en dos lecciones quiero volverla tan perversa como yo... tan impía... tan dada a los excesos. Advierte a Dolmancé, ponlo al tanto para que no bien llegue, el veneno de sus inmoralidades circulando junto al qué yo lanzaré en este joven corazón, desarraigue en un instante todas las simientes que hubieran podido germinar sin nosotros.
El Caballero — Imposible encontrar un hombre más adecuado para esta tarea: la irreligión, la impiedad, la inhumanidad y el libertinaje manan de los labios de Dolmancé como en otras épocas la unción mística de los del célebre obispo de Cambrai. Es el seductor más profundo, el hombre más corrompido, el más peligroso... Querida amiga, ¡que tu alumna responda a los cuidados del institutor y te garantizo que muy pronto estará perdida!
Madame de Saint-Ange — Según las aptitudes que le conozco pienso que eso no será largo...
El Caballero — ¿No temes nada de sus padres, hermana? Si esta jovencita se pusiera a charlar cuando vuelva a su casa...
Madame de Saint-Ange — No, ya he seducido al padre... está conmigo. ¿Es necesario que te lo confiese? me he entregado a él para que cierre los ojos. Ignora mis propósitos, pero te aseguro que no se atreverá a profundizar en ellos... Lo tengo en mi poder.
El Caballero — ¡Tus recursos son malignos!
Madame de Saint-Ange — Es preciso, para que sean seguros.
El Caballero — Te ruego que me digas quién es la joven.
Madame de Saint-Ange — Su nombre es Eugenia; hija de un tal Mistíval, comerciante de los más ricos de la capital, próximo a los treinta y seis años. La madre tendrá a lo sumo treinta y dos, y la hija quince. Así como Mistival es un libertino su mujer es una devota. En cuanto a Eugenia, sería inútil tratar de pintártela: está más allá de la posibilidad de mis pinceles. De lo que puedes estar convencido es que tanto tú como yo nunca vimos nada más delicioso en el mundo.
El Caballero — Pero, ya que no la puedes pintar, esbózala. Así, sabiendo con quién tendré que enfrentarme, llenaré mi imaginación del ídolo donde deberé sacrificar.
Madame de Saint-Ange — Está bien, mi amigo. Sus cabellos castaños, que apenas pueden encerrarse en las manos, caen hasta debajo de los muslos. Su piel es de una blancura enceguecedora, su nariz un poco aquilina, sus ojos de un negro de ébano ardiente... ¡Oh, es imposible mantener la mirada de esos ojos!... No te imaginas las tonterías que me han hecho hacer... ¡Y si vieras las hermosas cejas que los coronan... los párpados que los cubren!... Su boca es muy pequeña, los dientes muy bellos, ¡y todo tiene una frescura tan grande!... Uno de los mayores atractivos es la manera elegante en que la cabeza se alza sobre sus hombros, y el aire de nobleza que tiene cuando la hace girar... Eugenia aparenta más edad de la que tiene, se le darían diecisiete años. El talle es un modelo de esbeltez y elegancia, Su garganta deliciosa... ¡Y posee los senos más hermosos! Apenas podrían llenar una mano, ¡pero son tan dulces... tan frescos... tan blancos!... ¡Veinte veces he perdido la cabeza besándolos! y si vieras de qué modo se animaba bajo mis caricias... ¡de qué modo sus dos grandes ojos pintaban el estado de su alma!... Querido mío, aún no conozco el resto, pero si es preciso juzgar por eso, nunca el Olimpo tuvo una divinidad que la igualase... La oigo llegar... déjanos, sal por el jardín para no encontrarla y sé puntual a la cita.
El Caballero — Lo que has pintado responde por mi exactitud... ¡Oh, cielos! salir... dejarte en el estado en que me encuentro... ¡Adiós!... un beso... un solo beso, hermana, para conservar mi ansia hasta entonces. (Ella lo besa, toca su verga a través del pantalón, y el joven sale precipitadamente).

21 de febrero de 2008

SOLO IMÁGENES

Por cual de todas las realidades transitamos?,no siempre podemos estar seguros de que vivimos todos en el mismo plano.Creo que el mundo interior, ese que en cada uno de nosotros es único,se lleva mal con el mundo exterior.Se puede perder la percepción de ese mundo exterior cuando nos centramos mucho en ese mar de ideas y sentimientos que somos,siempre es antagónico lo que pensamos,lo que queremos,lo que nos imaginamos y lo que en la vida "real" sucede.Pero construyendo nuestra propia versión de la realidad nos va haciendo soñadores delirantes,el inconsciente se fusiona con el consciente y ya no los podemos distinguir,si la vida transcurre como una sucesión de acontecimientos,la locura transcurre como una sucesión de sueños inalcanzables,chiquitos,grandes,malvados,benignos,oscuros,genuinos,brillantes,solidarios o perversos,pero propios y originales.El desafio es poder compartir ese mundo interior e incomprensible para el resto,compartirlo con alguien que este en el mismo plano de ideas,intercambiar anhelos,enseñar a ver como somos.Todos ven lo que mostramos pero pocos saben qué somos en realidad,y ahi se da la doble construcción de la realidad,mostramos solo una parte,la mejor,la correcta...pero somos esa parte y la otra también.Sólo compartimos imágenes,pero detrás de esa imagen se esconde un ser y ese ser es el que somos realmente cada uno de nosotros...

14 de febrero de 2008

EL ABORTO

Art 86 del Cód.penal; "incurrirán en las penas establecidas en el artículo anterior y sufrirán, además,inhabilitación especial por doble tiempo que el de la condena,los médicos,cirujanos,parteras o farmacéuticos que abusaren de su ciencia o arte para causar el aborto o cooperen para causarlo.
El aborto practicado por un médico diplomado con el consentimiento de la mujer encinta,no es punible:1)si se ha hecho con el fin de evitar un peligro para la vida o la salud de la madre y si este peligro no puede ser evitado por otros medios,2) si el ambarazo proviene de una violación o de un atentado al pudor cometido sobre una mujer idiota o demente.En este caso,el consentimiento de su representante legal deberá ser requerido para el aborto".

Tengo la seguridad de que este art del cód penal es absolutamente discriminatorio.En la primera parte del mismo pena a los médicos que intervengan en un aborto,en la práctica y lo que sucede en la realidad es que los médicos que trabajan en la salud pública quedan bajo esta amenaza legal.Para aquellos que ejersen la profesión en forma particular no es un inconveniente,ya que queda bajo el ámbito de la privacidad de su actividad.Desde luego que aquellas mujeres que deseen abortar y no tengan los recursos para hacerlo en dicha forma, deberán acudir a un establecimiento sanitario publico,pero los profesionales de la salud están impedidos de colaborar,entonces acá se abren dos posibilidades:acudir a la justicia,esto implica ventilar las intimidades por tribunales,exponerse a situaciones incomodas,enfrentarse a la burocracia estatal,además de esperar una resolución que puede no ser la deseada.Y en estos casos el paso del tiempo es muy peligroso tanto para la madre como para la persona por nacer.La otra posibilidad es acudir a establecimientos ilegales,con deficiencias en cuanto a la higiene,profesionalismo,seguridad y demás,poniendo en riesgo otra ves la vida de la madre y del feto.De esta manera se desprotege a las mujeres de bajos recursos y se las empuja a la ilegalidad.Vale aclarar que cuando el embarazo pone en peligro la salud o la vida de la madre la situación cambia,en principio se permite el aborto.Pero si es por una desición propia(cualquiera sea el motivo) pasa lo dicho anteriormente.
En segundo lugar se exime de responsabilidad a los que causaren un aborto si la mujer ha sido violada,supuesto con el que concuerdo plenamente.Pero el problema es que la violación debe ser a una mujer idiota o demente,es decir si una mujer no tiene problemas mentales y ha sido violada,la ley no le permita abortar.Totalmente discriminatorio.Ademas aun tratandose de una mujer demente,su representante legal debe prestar conformidad,se vuelve a desproteger al ser mas indefenso,otra ves actúa la arbitrariedad.Es imprescindible reformar este articulo,reconocer que el aborto debe estar bajo la esfera de politicas sanitarias y no del derecho penal.Es un problema social,y la ley no modifica la realidad,sino que debe adaptarse a ella y procurar fomentar la igualdad y no acentuarla.

11 de febrero de 2008

OSCAR WILDE

"Los que aman una sola vez en la vida son realmente superficiales.Lo que ellos llaman lealtad y fidelidad es el letargo de la costumbre o la falta de imaginación.La fidelidad es a la vida emocional lo que la constancia a la vida intelectual:simplemente una confesión de fracaso".

"Uno debería estar siempre enamorado; esa es la razón por la que no deberiamos casarnos nunca".

"Los buenos terminan felices;los malos,desgraciados.Eso es la ficción".

"La desobediencia, a los ojos de cualquiera que haya leído la historia,es la virtud original del hombre.El progreso ha llegado por la desobediencia,por la desobediencia y la rebelión".

"Un sentimental es aquel que desea el lujo de una emoción sin tenerla que pagar".

"La razón por la que todos pensamos tan bien de los demás es porque tenemos miedo de nosotros mismos.La base del optimismo es puro terror".

"La forma de gobierno más adecuada para el artista es la usencia de gobierno".

"El egoismo no es vivir como uno desea vivir,es pedir a los demás que vivan como uno quiere vivir".

4 de febrero de 2008

LA PROPIEDAD

Es muy difícil reprimir el placer de poseer,pensamos que poseemos cosas tangibles que consideramos de nuestra propiedad,y bien defenido está como "cosa".Es decir objetos susceptibles de tener valor,que puede ser pecuniario o no. Pareceria que no se daña ,a simple vista, por creernos dueños;por lo general nos hemos ganado nuestras posesiones.El desequlibrio se produciria más bien cuando objetivamos a los sujetos,tomamos como nuestra posesión a otra persona.Esto puede darse en casos donde hay un vínculo sanguineo,pero ahora me interesa pensar,en la posesión HOMBRE-MUJER,MUJER-HOMBRE,en un sentido de no consanguineidad.¿Que llevaria a creernos los dueños de nuestra "presa" de deseo?.Hay matices en esto de querer adueñarnos del otro,pero creo que la mayoria teme por la pérdida de su ser amado,y utiliza mecanismos de poder o dominación para retenerlo.Seguramente de forma inconsciente,con métodos reprobables o ingenuos,pero lo son.Es como si querramos adueñarnos del amor del otro para siempre.El otro se convierte en un objeto a cuidar y nos pertenece.No solo queremos el alma ajena,sino tambien su cuerpo,"ese" cuerpo que conocemos a la perfección es nuestro y no permitimos que otros lo exploren,y los celos funcionarian aquí como aquel método de dominación,manipulador,victmizante.La infedelidad,por lo general,esta estigmatizada y es asi por lo dicho anteriormente.Somos permanentemente objetos de deseo de alguien más,pero es incorrecto admitir esta pulsión por la posesión,hay que disfrasarla,camuflarla,negarla.Creo que,acá el placer juega un papel importante,cuanto más placer nos den mas nuestro será,menos disponible para el mundo estará.Creo que en realidad nada nos pertenece en este mundo,nada compramos,todo es un destello,todo dura solo un momento,la eternidad dura un segundo y constantemente estaremos perdiendo cosas y personas,pero le reveldia nos hace querer cumplir con nuestros anhelos y no con lo dado.